Mientras países como Estados Unidos, China, Rusia y la Unión Europea, o Brasil -en el contexto latinoamericano- han avanzado en la regulación de la inteligencia artificial, el tema “es un tanto esquivo acá en la Argentina”, que se ha limitado a emprender iniciativas fragmentadas, “claramente insuficientes” y que no atienden las cuestiones del desarrollo, advirtió el investigador del Conicet Ariel Vercelli.
El argumento cobra sentido mientras una comisión bicameral del Parlamento nacional discute por estos días qué ocurre con la regulación de Internet, un proceso que “va muy lento” y que resulta “bastante escaso”, y siembra dudas sobre la concreción de una posición estratégica sobre el tema de inteligencia artificial en el país.
¿Es necesario regular? “Es algo muy necesario. La inteligencia artificial hoy en día tiene el mismo nivel o tal vez mayor relevancia que lo que se discute en términos de energía atómica o de cómo se divide el mundo en estos desarrollos científico tecnológicos”, planteó el doctor en Ciencias Sociales y Humanas, especialista en política tecnológica.
En este sentido, Vercelli recordó en un reportaje con Nada Personal que a diferencia de otras naciones, en nuestro país nunca estuvo en agenda la discusión profunda en torno a la regulación de Internet. Y ahora “como tema estratégico aparecen las inteligencias artificiales y Argentina está descalzada de toda discusión política”.
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“Oscilamos entre lo que queremos, lo que nos gustaría hacer, la realidad internacional, el conflicto geopolítico detrás de este tipo de tecnologías y un montón de cosas. No nos terminamos de poner de acuerdo”, advirtió el investigador. Y planteó que “las tensiones internas en la política doméstica nos llevan a anular este tema como un problema inminente, como un problema urgente a resolver”.
Durante el gobierno del expresidente Alberto Fernández han habido algunas iniciativas desde el Poder Ejecutivo, “pero han sido claramente insuficientes”. Este comportamiento “timorato” estuvo supeditado a encontrar respaldo para un financiamiento monetario que pudiera acompañar algunas políticas. “Y obviamente descartamos de cuajo la posibilidad de pensar qué deberíamos hacer en términos tecnológicos”, cuestionó, y analizó que “si desde el Estado no se puede pensar este tipo de cuestiones la verdad es que no la va a pensar en ningún lado”.
El contexto geopolítico
Brasil, por ejemplo, “tiene vinculado a las posiciones de los BRICS una política muy interesante, que uno podría discutir, que podría compartir o no, pero tiene una política”, sostuvo el autor de una gran cantidad de papers sobre el tema.
En Estados Unidos, donde no queda del todo claro que exista una separación entre los intereses públicos del Gobierno o de la alternancia bipartidista que tienen los norteamericanos y sus corporaciones, “al menos hay una lógica hacia adentro del país y después una lógica de una especie de gran mercado internacional donde hay pujas y tensiones”. Algo que se observa en la relación tecnológica con China, con “el conflicto que tiene el gobierno norteamericano con Huawei”, o “el de WeChat o la no compra de computadoras Lenovo o en el conflicto que hay detrás de Binance por TikTok”.
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Algo similar pasa en Rusia, dónde “es monolítico lo que ocurre”. En ese país, “que en este momento está en guerra: ¿Cuántas chances hay de decir ‘bueno, a mí me parece que como corporación me gustaría hacer tal o cual cosa?”. O en China, donde en algún momento el conglomerado tecnológico se cerró a las tecnologías más occidentales.
“Acá prácticamente no estamos discutiendo nada de esto”, afirmó Vercelli: “No se firma ningún documento, no hay política. Lo único que se ofrece es que Argentina va a ser la cuarta potencia internacional. Y bueno, suena como vacío o como algo delirante de la nada pasar a esa situación”.
La situación argentina
“Está claro que nosotros estamos jugando otro juego”, distinto al de esos países, “muy por debajo. Y hasta no poder alinear estos intereses es muy difícil tener una política que no atienda solo a los servicios que nos llegan de afuera”. Pero incluso en esa posición, al menos “deberíamos empezar a regular qué servicios entran y cómo lo hacen en la Argentina”.
Porque “todo el mundo quiere vender y posicionar sus productos, y sus productos vienen con sus políticas detrás”, como por ejemplo el tratamiento que las grandes corporaciones hacen de los datos personales: “Hay matices, pero ninguna deja de hacer un uso intensivo de esos datos. Es decir, que se contrate con uno u otro, Argentina debería tener una política un poco más responsable y definida sobre qué ocurre con los datos de los ciudadanos”.
En el país “pasamos de una posición a la otra prácticamente sin identificar cuáles son nuestros intereses permanentes al respecto. Y lo digo en términos incluso hasta de cuestiones de defensa o de cuestiones de soberanía”, analizó el especialista.
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Según su punto de vista, la regulación de la inteligencia artificial “debería ir acompañada con un plan nacional de desarrollo al respecto. Una visión táctica o estratégica sobre cómo vamos a desarrollarnos en este tipo de tecnologías y a partir de ahí discutir las políticas y regulaciones específicas”.
Las corporaciones norteamericanas van atado al Estado norteamericano, al igual que las rusas, las europeas o las chinas. Por eso, plantea Vercelli: “Si nosotros no desarrollamos esa infraestructura público-privada, en realidad no tenemos chances, en realidad siempre vamos a quedar en un segundo o tercer lugar”.