Comunicar un satélite con otro a 40.000 kilómetros de distancia mediante un sistema de comunicación óptico. Ese es el desafío que logró demostrar en su laboratorio del Instituto Balseiro, en Bariloche, un grupo de científicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el Conicet que ha captado el interés de instituciones y empresas internacionales gracias al desarrollo de tecnologías de punta en el campo de las telecomunicaciones, que realizan desde hace 10 años. 

Esa prueba, realizada en colaboración con la filial argentina de la empresa de telecomunicaciones espaciales Skyloom, presentó una serie de nuevos desafíos, ya que se trata de una solución que no está implementada comercialmente. “Hasta ahora lo que hay son investigaciones y alguna prueba piloto, pero no todavía con la capacidad que requeriría un enlace de comunicaciones”, explicó a BRC Pablo Costanzo, director del Departamento de Ingeniería en Telecomunicaciones de la Comisión Nacional de Energía Atómica.

“Lo que hicimos fue demostrar en el laboratorio que podemos hacer un enlace óptico para satélites, y que somos capaces de controlar la luz para que este enlace sea confiable”, precisó el investigador del Conicet y la CNEA. 

Normalmente, para transmitir información en los sistemas ópticos, señaló Costanzo, se usan “enlaces no coherentes o de intensidad”, lo que implica -de manera simplificada- un transmisor que prende y apaga un láser, y un receptor que percibe cuándo hay luz y cuándo no. “Lo que hicimos fue hacer un sistema muchísimo más complejo” al variar la frecuencia y la polarización de la luz, además de la intensidad, detalló. “El hecho de poder controlar otras variables permite agregar más información”, continuó, al explicar cómo pudieron emular la transmisión de 20 gigabits por segundo (lo que equivale a 20.000 millones de pulsos por segundo). 

Un largo camino recorrido

La colaboración exitosa con la firma californiana es uno de los pasos más destacados que dio el equipo que comenzó a formarse hace una década, después de que Costanzo -oriundo de Luis Beltrán e ingeniero de formación- volviera de realizar sus estudios posdoctorales en Estados Unidos, ingresara a la carrera de investigador del Conicet e iniciara este proyecto en el Instituto Balseiro.

Foto: Mariela Méndez / Conicet.

Desde entonces, el Departamento trabaja en tecnologías aplicadas en las áreas de la electrónica, radiofrecuencia y microondas; el procesamiento de señales; y la fotónica. La utilización transversal de esas tres ramas es lo que permite, por ejemplo, desarrollar un sistema de comunicación complejo. 

“Esa foto de hoy nació con tres investigadores que vinimos hace diez años acá a Bariloche, desde otros lugares, a empezar a trabajar en este proyecto”, recordó el investigador. Y hoy “uno está viendo estos frutos del desarrollo y de mantener al menos una política de crecimiento y de continuidad en una disciplina que es muy importante para nuestro país”. 

“Fue un trabajo progresivo, de muchas personas. Empezamos desde cero, a formar recursos humanos, a adquirir equipos, a armar los laboratorios. A hacer experimentos, con menos exigencias, que nos dieron los primeros escaloncitos como base y sustento para pasar a experimentos más complejos. Y así fue creciendo”, recordó Costanzo.

Hoy en día el Departamento está conformado por 35 personas. Entre ellas hay diez investigadores del Conicet y de la CNEA, y diez profesionales, en su mayoría ingenieros que trabajan en asistencia a los proyectos grandes de investigación. El resto del plantel son becarios, en general estudiantes de doctorado. 

Todo lo que el equipo logró fue “gracias a la gran inversión que hizo la Comisión Nacional de Energía Atómica en el Instituto Balseiro, destacó el director del Departamento, y valoró que esa inversión les permite tener “un laboratorio que es increíble, comparable a los mejores laboratorios del mundo”.

Foto: Mariela Méndez / Conicet.

“Gracias a todo eso nosotros podemos pensar no solamente en estudiar problemas y en investigarlos, sino también en tratar de desarrollar tecnología, productos y de poder medirlos. Y esta es la diferencia sustancial que tenemos hoy, después de haber trabajado 10 años en esto y de tener las herramientas para hacerlo”.

Una apuesta estratégica

La importancia de las telecomunicaciones ha sido crucial para el desarrollo durante las últimas décadas. Su uso en distintos ámbitos, desde la defensa a la provisión de servicios, la exploración espacial, la seguridad o el desarrollo industrial, hace que se trate de tecnologías que “de alguna manera los países necesitan controlar” a través de sus profesionales, instituciones y empresas. Básicamente “porque te garantiza que podés tomar decisiones de manera soberana con intereses nacionales, y no con los que pueden venir desde otro lugar”, explicó Costanzo. 

En esta línea, subrayó la importancia de sostener este tipo de desarrollos en el tiempo: “Uno generó el conocimiento, generó la infraestructura, dio continuidad a un montón de cosas. Entonces ahora uno de alguna manera consiguió la base para poder empezar a pensar en el crecimiento a futuro con decisiones estratégicas y soberanas”. 

Foto: Mariela Méndez / Conicet.

“Yo quiero que en nuestro país las comunicaciones utilicen tecnología de punta, pero también aspiro a que estén desarrolladas y gestionadas (dado que en ciertos casos se maneja información sensible) por empresas de origen nacional”, siguió el ingeniero. 

Desde su visión, “todo esto es factible si se sostiene en el tiempo una política de crecimiento. Porque por un lado, hay que marcar la línea de ruta, pero por el otro, necesitamos en paralelo formar empresas, emprendimientos privados de base tecnológica que con esta gente que se está formando, que está altamente capacitada, comiencen a desarrollar soluciones tecnológicas y valor agregado. A partir de ahí después se genera esto, el desarrollo y la posibilidad de poder decidir qué es lo que uno quiere, al menos en materia de telecomunicaciones, básicamente”. 

Y en este sentido, para Costanzo es crucial tanto el rol del Estado como la generación y consolidación de empresas nacionales que logren competir con las potencias más grandes del mundo. Porque si bien hacerlo no tiene nada de sencillo, “no es lo mismo sentar en la mesa de discusión a gente que defiende intereses de nuestra sociedad y que de alguna manera conoce el tema, a que venga alguien y te diga que te vende una solución llave en mano, que uno ni siquiera tiene el conocimiento para  entenderlas ni controlarlas”.

BRC - Información y noticias de Bariloche
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